ISABEL PÉREZ DEL PULGAR

Isabel Pérez del Pulgar

Residencia artistica //  Seleccionada por convocatoria pública 2024

Del 18 de Agosto al 8 de Septiembre 2025

El imaginario del bosque se fue incorporando y tomando mayor presencia en mis proyectos. Una conceptualización de este ecosistema, que mas allá de analizarlo en contextos mitológicos o culturales, se presentaba estableciendo una analogía entre el bosque y el cuerpo humano, en cuanto sus similitudes estructurales y orgánicas. Apareciendo ya esta idea en los proyectos audiovisuales: «Durmientes»  y «La fuerza de los elementos» o en los proyectos multidisciplinares: «Nous sommes forêt» y «Errer parmi les pierres» 

Para desglosar esta idea me detengo en la definición de ecosistema para ir estableciendo las analogías. Un ecosistema es un gran organismo en donde las especies se comportan de manera similar a las células del cuerpo humano. El cuerpo está formado por células de distintos tipos que cooperan o compiten por recursos. Está colonizado por bacterias cuya actividad se relaciona con la de otros procesos del organismo. Y está invadido por virus que pueden ser dañinos o intervenir en procesos reguladores del ADN. Sin embargo, a pesar de estos procesos continuos de renovación, transformación y cambio, el ecosistema y el cuerpo siguen siendo los mismos.

Yendo mas allá, en la naturaleza se produce un fenómeno espectacular. Para protegerse de los diversos ataques y amenazas que sufre el ecosistema, ya sean estos de origen medioambiental o bien por la actividad humana, el micelio, la parte vegetativa de los hongos, crea una enorme red de filamentos interconectados, capaces de unir los bosques del mundo con los nutrientes del suelo. Conformando un colchón esponjoso e invisible que descompone en silencio materia vegetal, y tiene el potencial de curar. Su diseño estructural es similar al de las células nerviosas o cerebrales de los organismos complejos. En este sentido podríamos hablar de una similitud en estructura y comportamiento entre los micelios, el cerebro humano y el como esta concebida la red de internet.

A modo de rápida conclusión y bajo lo anteriormente expuesto, el cuerpo humano forma parte de la estructura de los ecosistemas y su complejidad. Y al igual que el enorme cerebro filamentoso que rige los cambios y transformaciones del ecosistema del bosque, el cerebro humano, con similar estructura, rige y conecta los órganos y las emociones del cuerpo. El bosque es un cuerpo y el cuerpo es un bosque capaz de conectarse de manera invisible con otros cuerpos formando un todo complejo y único. Dentro de un proceso en continua transformación en donde la fragilidad y muerte están presentes de manera constante. Estos procesos están amenazados, no por las transformaciones derivadas por los ciclos naturales, los cuales mantienen el equilibrio de los ecosistemas y de los organismos vivos, marcados por la convencionalidad de la medida del tiempo, si no que esta amenaza devastadora es consecuencia de la actividad extractivista de un sistema económico e ideológico, que se apropia de los recursos naturales, de igual modo que explota y consume los cuerpos.

Vivimos un presente en el que la linea del horizonte se ha desdibujado. En donde la idea de un futuro esta envuelta en una nebulosa. La amenaza climática, los discursos bélicos, la desinformación programada, las batallas por el relato, el diferente como enemigo, el desarrollo vertiginoso de las tecnologías…hemos sido transformados en consumidores clientes, en algoritmos. Hemos sido arrancados de la tierra y hay que volver a hundir los pies y reconectar con los «micelios».

OBRAS ANTERIORES:

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