La preocupación por el bienestar animal es un tema de gran relevancia en Costa Rica, así como en otros países como en este caso España, sin embargo, este tema ha comenzado a desarrollar cada vez una mayor empatía por diversos públicos, así como asociaciones en contra del maltrato animal y las practicas entorno a diversos festejos culturales y deportes asociados a la caza de animales.

Entender esto desde las raíces culturales es un tema delicado, ya que no solo se parte de sus tradiciones culturales, sino de una herencia, pasada de una generación a otra; y practicadas desde las cúspides más altas de la realeza, nobleza y hasta diversos representantes políticos, quienes dan cabida a que estas sigan vigentes.

In ictus oculi es una serie de obras basada en la frase latina » en un abrir y cerrar de ojos»; haciendo referencia al paso del tiempo, a la fugacidad de la vida. De esta forma, las obras buscan realizar una narrativa visual y documental, a partir de un diálogo donde quedan expuestos sucesos y/o acontecimientos reales actuales; un antes y un después, como una metáfora de lo efímero que puede ser el paso del tiempo y sus consecuencias.

La propuesta a realizar es un ensayo de imágenes pictóricas, que apunta a un registro que busca dialogar con el tema alrededor de la caza en zonas rurales y la problemática alrededor de las Granjas Cinegénicas, las cuales dejan al descubierto una cifra de granjas ilegales, sobrepoblaciones clandestinas para sostener un deporte, una tradición en manos de malas gestiones donde se plantea la pregunta: ¿De quién es la culpa de que haya sobre-población? Y que desde luego, no de los animales, pero son quienes pagan las consecuencias con su vida.

Según estudios por el Ministerio de Agricultura de España; El corzo es otra especie que desde hace algunos años está en expansión en toda la península como consecuencia también de su manejo, constatándose una tendencia ascendente de sus poblaciones en la Región, principalmente en Cuenca y Guadalajara, manteniéndose sus poblaciones en Toledo, Ciudad Real y Albacete.

El artículo 63 de la Ley de Caza de Castilla-La Mancha, define granja cinegética como «aquella explotación con fines comerciales, dedicada a la producción, reproducción, cebo o sacrificio de piezas de caza, con destino la suelta en vivo, producción de huevos, alimentos o productos de origen animal para cualquier uso industrial o comercial y que así haya sido declarada mediante resolución de la Dirección General».

En la actualidad existen 153 granjas cinegéticas inscritas en el registro regional, sin contar con la granja cinegética de Chinchilla de Montearagón propiedad de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, siendo la provincia de Ciudad Real la que más granjas cinegéticas tiene, seguida de Toledo.

(extracto y cifras en enlace adjunto: https://www.castillalamancha.es/sites/default/files/documentos/pdf/20230508/memoria_anual_2022-2023.vf_.pdf)

Con lo cual, la obra a realizar busca confrontar, debatir y transformar lo que no somos capaces de percibir por nosotros mismos y bajo una serie de trabajos de investigación y referencias visuales a la violencia, caza, maltrato animal, por una lado por las Granjas Cinegénicas (legales e ilegales), que son frecuentes en diversas zonas de España, pero también con mayor alcance en zonas rurales aledañas destinadas a las practicas de caza como en Castilla la Mancha, Cuenca, Andalucía, entre otras.

Ante las críticas, el sector se esfuerza por otorgarse un papel fundamental dentro del equilibrio de los ecosistemas. Una imagen falsa que tratan de mantener a toda costa, como se pudo comprobar en plena pandemia y las presiones fueron tan grandes que la caza fue una de las primeras actividades que el Gobierno volvió a permitir después del confinamiento. La excusa fue que era imprescindible retomar la actividad para evitar la superpoblación de diversas especies, sin embargo, dentro de este sector hay un negocio del que apenas se habla: el de las granjas de cría de animales para la caza. Los datos del Gobierno, en España existen 802 granjas de este tipo, de las cuales 285 son para cría de animales de caza mayor como ciervo, corzo, gamo, jabalí, muflón y arrui (un carnero originario del Sáhara). Los 517 restantes están destinadas a la caza menor, es decir a la cría de conejos y aves, tal y como está recogido en el Registro General de Explotaciones Ganaderas. Los datos oficiales también desprenden que en los últimos años se ha producido un descenso en las granjas dedicadas a la cría de caza menor y un ascenso muy preocupante (de un 39,7% en 9 años).

Por tanto con esta información, se replantea realizar una obra de investigación, analisis y reflexión entorno a esta practica.